Como afirma Unceta (2009:3), en las últimas décadas tanto la economía como los estudios del desarrollo, entendidos de manera amplia como el análisis de las condiciones capaces de favorecer el progreso y el bienestar humanos, atraviesan por una cierta crisis teórico-concptual y metodológica.En este marco, esta propuesta de comunicación aborda los postulados de corrientes de pensamiento que, tanto en la teoría como en la praxis, proporcionan un ejemplo posible de buenas prácticas frente al discurso del modelo de desarrollo oficial, instaurado tras la II GuerraMundial como una fuerza eurocéntrica y neocolonial hegemónica. Conjuntamente, desde la construcción de determinados espacios de acción en torno a estos modelos emergentes se facilitan proyectos de intervención a partir de iniciativas autodenominadas “alternativas” (Narotzky, 2010:127). Así, se refieren conceptos como sustentabilidad, participación o empoderamiento y modelos como etnodesarrollo, las teorías para el gobierno de los bienes de uso común (R.U.C.) de Ostrom, ecología política, diálogo y ecología de saberes, colaboración intercultural, o agroecología. Dentro de su diversidad, estas propuestas alternativas comparten básicamente la idea de que es posible construir puentes y repensar el desarrollo sin renunciar a las propias categorías identitarias y culturales.Ello, desde la implementación de una metodología de investigación cualitativa con enfoque de(s)colonial, ha permitido contrastar la conveniencia de estos enfoques teórico-prácticos alternativos, caso de la agroecología, como una opción posible para contrarrestar los problemas ecológicos, demográficos, socioeconómicos o culturales que azotan a los territorios tropicales del Sur del estado de Veracruz (México) y contribuir al empoderamiento del campesinado indígena que ancestralmente los habita. 

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