Cuando leemos una publicación referente a una etnografía el tiempo del trabajo de campo siempre aparece especificado como un hecho limitado en el tiempo y en espacio. Sin embargo, teniendo en cuenta que la etnografía “antes de construir datos construye relaciones” (Casanovas, 1990:39) y que en la investigación que presentamos a continuación se optó -por motivos éticos e ideológicos- por una metodología participativa que privilegiara una colaboración intensa y extensa, resulta contradictorio acabar con las relaciones construidas con los participantes una vez acabado trabajo de campo.Así, en esta comunicación presentaremos una etnografía realizada con menores migrantes tutelados por la Administración en Bizkaia (España), donde la metodología utilizada, además de esa etnográfica general, fue un taller construido a partir de distintas técnicas artísticas que invitara a los menores a ser participantes activos y comprometidos desde el principio en la generación del material de análisis sobre sus rutinas (rutas, espacios en la ciudad). El WhatsApp fue una herramienta fundamental para intercambiar materiales durante dicho taller, sin embargo, esta adquirió otra dimensión distinta una vez finalizado el taller.Ahora, tanto investigadora como participantes, utilizamos el WhatsApp para intercambiar información de nuestro día a día. De este modo, las relaciones tejidas durante el trabajo de campo se mantienen fuera del tiempo y espacio dedicado a la investigación. Es por ello que en esta conferencia me propongo reflexionar sobre los beneficios, la necesidad, las implicaciones y los retos de mantener las relaciones con los participantes más allá del periodo dedicado a la “recogida de datos”.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo