Desde hace varias décadas, la noción de biopoder, tal y como la formuló Michel Foucault, ha sido uno de los ejes centrales en el análisis crítico de la condición política actual del ser humano y de nuestras sociedades. Sin embargo, recientemente han aparecido una serie de trabajos que señalan que la mencionada noción se estaría quedando obsoleta e ineficaz en su labor heurística debido, en gran medida, al auge y relevancia que las ciencias biomédicas están adquiriendo en la organización de nuestra vida cotidiana. En este trabajo sostendremos, en primer lugar, que uno de los grandes ejes de tal reorganización está constituido por la proliferación de nuevos dispositivos de bioseguridad que buscan controlar, prevenir y gestionar fenómenos vinculados con el riesgo biológico. En segundo, argüiremos que la bioseguridad es mucho más que un dispositivo técnico-sanitario, cuya implementación en nuestro día a día conforma toda una nueva racionalidad simbólica y de poder. En ésta prima la construcción de escenarios ficcionales que: a) convierten el acontecimiento y la incertidumbre futura en un riesgo presente e inmediato que facilita la intervención y conformación de éste a partir de criterios de experticia biológica y b) vehiculan emociones y afectos que también se convierten en materia de conocimiento experto. Por último, mostraremos que los mencionados escenarios constituyen una nueva modalidad de gestión del riesgo biológico perfectamente asimilable a la construcción de mitos. Éstos se expresan y performan a partir de conjuntos de rituales cotidianos profundamente marcados por el canon tecnocientífico. A través de un estudio de caso centrado en la reciente alarma biológica generada por la epidemia mundial de Ébola ilustraremos las anteriores afirmaciones y concluiremos afirmando que estamos ante una completa reconceptualización de la noción de vida que conlleva, a su vez, aparejada la instauración de una nueva racionalidad de poder.

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