La condición posthumana conlleva el surgimiento de modelos de subjetividad y actitudes basadas en ideas postantropocéntricas que entienden el ser humano básicamente no como un agente autónomo sino dentro de una compleja red de relaciones. El cuerpo y, en consecuencia, el orden somático en el que se encuadra constituyen aspectos centrales tanto de la filosofía posthumanista como del transhumanismo. Pero la idea propia transhumanista sobre el cuerpo humano, claramente reduccionista y centrada en su potenciación, muestra importantes divergencias con la corriente teórica posthumanista y, en muchos aspectos, las dos orientaciones presentan incluso visiones contradictorias. Mientras la primera se aferra a los ideales de progreso de la humanidad y a la racionalidad, el posthumanismo asume las críticas que al respecto ya fueron formuladas por el antihumanismo. Solo hace falta comparar movimientos sociales inspirados por el misticismo ecológico, el ecologismo radical, el gaianismo o neochamanismo en los que subyacen no pocas características de la condición posthumana con el extropianismo, movimiento que ha emergido en el contexto de las tesis transhumanistas. A partir del concepto de orden somático, la idea básica de esta comunicación es señalar algunos puntos de fricción entre post y transhumanismo, dos maneras de entender la realidad humana que, en parte debido a la poca precisión del término posthumanismo, no siempre se las distingue de forma adecuada.

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