Desde hace algunos años se ha hecho usual la metáfora del campo de minaspropuesta por Francisco Ferrándiz para abordar las cuestiones particulares de la etnografía en los contextos de violencia. A partir de esa tesis, esta comunicación aborda las peculiaridades de la experiencia del etnógrafo –con cierta ligereza descrito aquí como un viajero de ida y vuelta- en relación con los planteamientos teóricos y metodológicos en el campo cuando el objeto de estudio se vincula a contextos de violencia. Se parte de un planteamiento que otorgan un protagonismo central en el proceso de análisis la concepción particular de la precariedad o la vulnerabilidad de si mismo. A partir de experiencias de trabajo de campo en Guatemala o México, planteamos las implicaciones epistemológicas de las posiciones que ocupan los etnógrafos en esos campos, las particularidades de sus experiencias como gentes que “llegan y se van” frente a las de los que construyen sus identidades en esos continuos contemporáneos de violencia. Tales perspectivas, se defiende en el texto, resultan cruciales para el encuadre adecuado de los materiales empíricos producidos en la etnografía de los campos de minas contemporáneos.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo