En México ejercer la práctica de la teatralidad como un oficio independiente y callejero es una actividad cuya factibilidad operativa es cada vez menos viable para apropiarla como un modo de vida. El teatro como práctica social se ha encargado de mostrar diversas aristas de la vida cultural de los hombres; las religiones, las prácticas rituales, el carnaval, el juego, la risa y la amplia gama de acciones que emanan de la vida social hacen constar al teatro como un territorio adecuado y jugoso para arribos investigativos diversos, uno de ellos: el de su íntima relación con el cuerpo. El movimiento clown nos permite ver parte significativa de la importancia que el juego tiene en la vida social de los grupos populares, específicamente como una figura oblicua cuyo poder permite ejercer una reflexividad en torno a los presupuestos ideológicos de ciertos sectores sociales. A través de los payasos teatrales y actores de Comparsa la Bulla observaremos en sus experiencias performativas su particular visión de la calle, del humor en la cultura urbana popular y de la construcción de un cuerpo extra-cotidiano como arma de resistencia.