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La modernidad como campo de batalla: El Cascamorras (Granada) como debate festivo.

Esta comunicación aborda una fiesta popular que se lleva a cabo en Guadix (y subsidiariamente en Baza), Granada, el Cascamorras, que aquí llevamos a un análisis sin retorno, al verlo como una fiesta tan ordenada como violenta, profundamente moderna y a la vez descuartizada por el mundo del espectáculo postcapitalista. Ver la fiesta hoy tiene ese sentido de ser un espectáculo, un elemento que vacío de contenido sirve para alentar la estética del ocio. Aún así, la fiesta sigue teniendo esa virtud de ser colectivista, por lo que el Cascamorras hoy no sólo es una representación de la armonía, sino que niega simbólicamente cualquier relación con su sentido violento y justiciero. Esta fiesta tuvo en los primeros años de la transición un proceso complejo, incorporada en el centro del discurso de las identidades tradicionales, y que los medios de comunicación de la época se hicieron eco del aspecto más violento del espectáculo, produciéndose entonces numerosas protestas. En aquellos prístinos años de nuestra actual democracia, muchas de las fiestas populares, gran parte de las tradiciones y no pocas de las identidades, tuvieron que buscar nuevos espacios, repensarse y adaptarse creativamente en función de los tiempos que se avecinaban. En el caso del Cascamorras fue, sin duda, de las que quizás tuvieron que hacer un esfuerzo mayor. Y sin embargo, esta fiesta tan híbrida y polifónica, terminó por encontrar el valor que actualmente tiene: una exaltación exagerada del hermanamiento entre dos ciudades que viven por un periodo de tiempo en simbiosis.

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