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LA SUBJETIVIDAD Y PRÁCTICAS DE UNAS MUJERES CON MOVILIDAD REDUCIDA. EL ESPACIO Y EL CUERPO A DEBATE.

Contraponiendo la idea estructural de que el espacio es una realidad ajena al sujeto, por el que se mueve según sus limitaciones, proporciones y necesidades, podemos entenderlo como un hecho subjetivizado, donde por encima de cualquier otra consideración se trata de un generador de practicas, comportamientos y formas de relación. La producción de un espacio para y desde el Estado de Bienestar establece, en las mujeres con un movilidad reducida, sujetos de nuestro trabajo, una constate violencia entre lo que se desea (una sociedad con un espacio compartido por todos a través de las diferencias), el que se debe (un espacio de producción de subjetividades)  y de lo que se quiere (un espacio sin diferencias).  Recorrer una ciudad como mujer puede ser un hecho donde la mirada ajena es constante, en el caso de ir con una silla de ruedas, además, genera vigilancia. Todo esto nos lleva a entender lo que supone, primero, la reformulación de los espacios en función de elementos de bienestar común y, segundo, la denuncia de los espacios como lugares donde las prácticas de normalización jurídico-médica tengan que ser revisados en función de la diversidad subjetiva de los sujetos y de sus rupturas en los procesos, dispositivos y adscripciones de sexo-género, normalidad-monstruosidad o ético-moral. En la sociedad postcapitalista la ruptura de género con la monstruosidad de las mujeres discapacitadas ha sido negociada en término de mercado, de ahí que sus luchas por la vida sólo puedan tener sentido si se entiende su posición política de partida.

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