El objetivo de esta comunicación es observar, a través de la práctica etnográfica, cómo se articulan los procesos de estigmatización en un Centro de Atención y Seguimiento para las drogodependencias (CAS) de la ciudad de Barcelona. Los CAS, en tanto que servicio público ambulatorio, son el primer dispositivo del ámbito médico-asistencial con el que toman contacto los sujetos clasificados como “drogadictos”. Este primer contacto, suele ser la “puerta de entrada” de un largo proceso institucionalizador en los que los sujetos clasificados bajo esta categoría se tornan por primera vez “asistibles”.  Prestaremos especial atención a los dos estatus con los que se suele etiquetar a los usuarios de estos centros de primera asistencia. Los procesos que describe la teoría del etiquetaje son doblemente importantes en el caso de la categoría “drogadicto” ya que se deriva la siguiente representación del consumidor: a) transgrede la Ley para adquirir una sustancia prohibida, por lo que es un delincuente y, b) se dirige a la medicina para ser ayudado a abandonar su consumo, por lo que es un enfermo. Esta doble estigmatización se traduce también en una doble interacción con las agencias de control, menoscabando aún más si cabe, su identidad deteriorada (Goffman).

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