Salud, enfermedad y muerte son inherentes al ser humano. Con la aparición de los cuidados intensivos se prolonga la vida a los pacientes, modificando los límites de la vida y de la forma de morir.El hospital es un lugar destinado a la sanación y cura en nuestra cultura, pero hace invisible a la muerte, la mantiene a distancia, fuera del hogar. Dejar a los enfermos terminales en el hospital responde al deseo de que el enfermo sea atendido por especialistas, que cuentan con los recursos necesarios para la asistencia, negando así la enfermedad y la cercanía de la muerte. En el hospital todo es controlado, enfrentar la muerte es algo anormal, lo normal es la lucha por la vida. Se percibe a la muerte como un fracaso de la práctica profesional. Pero cabe preguntarse, ¿Están los profesionales preparados para enfrentarse diariamente a la muerte y al contexto en el que se da?En la UCI de un hospital de Murcia se pidió al personal sanitario que escribieran relatos de libre extensión donde describieran situaciones vividas en su puesto de trabajo en un tiempo reciente relacionadas con la muerte. Se les solicitaba que describieran con sus palabras cómo ocurrieron los hechos que describen, quiénes participaron, cuáles fueron sus sensaciones y actitudes y qué recursos utilizaron para afrontarlas. Los resultados de estos relatos, así como los del cuestionario de ansiedad ante la muerte que se les administró, arrojan interesantes visiones y formas de afrontar la muerte, así como propuestas para ello.