Pensar la movilidad a través de la alimentación. Migrantes marroquíes en el sur de España.
Las prácticas vinculadas al consumo de alimentos tienen una relevancia especial para las personas, significación que parece agudizarse en situaciones de migración. En el sur de España, una zona especialmente afectada por la crisis económica, los migrantes marroquíes activan estrategias alrededor de la cocina y la alimentación para dar continuidad a sus pautas culturales. Un ejemplo de ello es Jerez de la Frontera (Cádiz), donde se ha incrementado el número de residentes de origen marroquí en una de las zonas céntricas de la ciudad en la última década, lo que ha traído aparejado una proliferación de establecimientos de productos de alimentación destinados a la población musulmana, algunos de ellos opacos de cara a las administraciones estatales. Por su parte, las agencias del tercer sector dedicadas a la acogida de población migrante organizan algunas de sus actividades en torno a la distribución, cocina y consumo de alimentos, lo que a veces tiene resultados contraproducentes en relación a las expectativas y deseos de sus usuarios. En este sentido, los migrantes renegocian sus identidades en torno a la comensalidad, pero también encuentran frecuentemente una fuente de conflictos alrededor de las prácticas que la rodean.
El mercado, las administraciones del Estado y el asociacionismo vehiculan lógicas que tienen consecuencias sociales, políticas y económicas paradójicas para las poblaciones migrantes. Sin embargo, estas encuentran en la alimentación modos de desafiar estas determinaciones, ejerciendo acciones de resistencia en favor de dar coherencia a sus prácticas culturales.
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