Pese a los cambios descomunales y definitivos producidos en las identidades y relaciones de poder entre sexos, los regímenes de representación simbólica de la prostitución, la pareja romántica y la familia, construidos desde un planteamiento dicotómico y enfrentista (mujeres buenas y malas, víctimas y victimarios, etc.), con sus múltiples sofismas y prejuicios, actúan y perpetúan el arsenal cultural violento en materia de sexualidad, la “cultura profunda” de Galtung (2003), lo que colabora, entre otras cuestiones, a seguir mistificando la familia hetero-patriarcal como la esfera de la autenticidad y el buen vivir, el amor romántico –supuestamente “gratuito” –como el “verdadero amor” y la prostitución como la antítesis de la felicidad humana, el paradigma de la violencia contra las mujeres, “perpetrada” por los hombres-clientes. Así, desde hace dos décadas, los hombres también son criminalizados y estigmatizados, siendo el objetivo predilecto de las políticas públicas contra el sexo de pago a escala internacional. Desde una metodología etnográfica, aplicada en España y La Habana (Cuba), y sustentada en las narrativas y valoraciones de los sujetos protagonistas mediante entrevistas en profundidad, analizamos las relaciones en el sexo de pago como una cuestión política –tantas veces resultado de una disidencia consciente de los modelos heteronormativos, también desde los hombres– que permita confrontar el paradigma de las relaciones mecánicas, deshumanizadas o de dominación, ampliar las variables de análisis y visibilizar la versatilidad y la prodigalidad de sentimientos y emociones identificables en el comercio sexual, donde el afecto genuino, la complicidad y el apoyo mutuo, también están presentes.

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