Las fiestas patronales en comunidades indígenas y rurales de México han sido tema de interés de la antropología, principalmente bajo dos perspectivas; por un lado, los estudios enfocados a entender procesos de “sincretismo” como resultado de la combinación y superposición de prácticas religiosas prehispánicas, y el catolicismo impuesto en la colonización. Y por el otro lado, las fiestas patronales se abordan a partir de los estudios sobre los “sistemas de cargos”, con el objetivo de interpretar las relaciones sociales, así como la importancia social, cultural y económica de estos eventos en las diversas comunidades rurales del país (Arias, 2014). La fiesta patronal es vista como un espacio privilegiado en que se expresan y fortalecen compromisos, además de que se crean redes de pertenencia entre los sujetos que participan de ésta. Las fiestas son manifestaciones socioculturales con amplias dinámicas, que en el transcurso de su historia han adquirido diversos sentidos. Por lo que es importante analizar el papel que tienen las fiestas patronales, a la luz de las profundas transformaciones ambientales, económicas, sociales, políticas y culturales que experimentan los espacios rurales en las últimas décadas del siglo XX. Actualmente en un contexto en donde ha disminuido la centralidad del trabajo agrícola, y se ha intensificado la pluriactividad y flexibilización del empleo, lo que ha generado escenarios de fragmentación social y empobrecimiento de las comunidades, llama la atención que las fiestas suelen estar como un asunto de primer orden, implicando altos costos económicos para los sujetos que participan. El presente trabajo plantea a través de un estudio de caso, realizado sobre la Fiesta patronal de San Miguel del Milagro, Tlaxcala, analizar el papel que tiene este evento en la dinámica sociocultural y económica de aquellos que la realizan, así como dar cuenta de las tensiones y conflictos de intereses al interior y exterior de la localidad.

(*)El autor o autora no ha asociado ningún archivo a este artículo