Las depresiones, a la luz de una investigación etnográfica realizada, aparecen como momentos de crisis vital donde lo corporal y lo afectivo se transforman, llegando incluso a “desaparecer”, provocando un gran sufrimiento y malestar en las personas. De igual forma, la recuperación de las mismas es un proceso diverso y múltiple donde confluyen multitud de estrategias para la activación y mantenimiento del bienestar.   De entre todas las prácticas puestas en marcha para la consecución de la recuperación en depresiones, muchas de ellas están dirigidas a “reconectar” de nuevo con un mundo que se siente y se piensa ajeno al propio yo. En esta comunicación, realizaré un análisis de esta situación desde la idea de la vulnerabilidad como condición inmanente de todos los sujetos encarnados. Así, podemos entender la depresión como una “herida”, en término de vulnus, en cuanto que la persona queda marcada y su vida queda suspendida. Sin embargo, desde esa aparente debilidad emerge la fortaleza para el cambio, porque muchas de las acciones dirigidas a transformar la realidad hiriente están provocando tanto que las personas puedan ser afectadas por el mundo, como que ellas lo afecten, generando así la transformación propia de los procesos de recuperación en depresiones.

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