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No hay nada como el olor a glifosato por la mañana. La agroindustria como uniformidad en un pueblo del Alto Aragón.

A través de las entrevistas realizadas a algunos actores insertos en una agricultura y ganadería industrial pretendemos constatar como la cotidianidad está subordinada a una globalización aparentemente inasible para los vecinos y que sin embargo los envuelve desde todo lo tangible e intangible, los fitosanitarios, las aguas contaminadas, la maquinaria agrícola, la configuración del paisaje...   Frente al discurso político de exaltación de lo tradicional, y la búsqueda de lo diferente, la uniformidad de lo global puede ser tan palpable como en cualquier terminal aeroportuaria. Mientras la imagen que se nos muestra de la globalización se sustenta en la sofisticación tecnológica, la cotidianidad de los entrevistados nos muestra la simplicidad de los útiles y herramientas necesarios en la agro-ganadería intensiva, -cosa bien distinta son su costes económicos-, sin tener en cuenta otros costes intangibles, y menos aún los sociales, entre los que podríamos rastrear una de las causas de la despoblación.

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