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Participación política, clase y militancias. Una aproximación etnográfica

Desde la aparición del 15M en España, durante la última década, distintos movimientos sociales han venido a resituar los marcos de participación colectiva en un nuevo horizonte (mareas por los servicios públicos, plataformas contra problemas sociales, etc.). La irrupción de estos nuevos espacios de participación ha significado la entrada en escena de “nuevos” sujetos que, siguiendo con las prácticas militantes del 15M (asamblearismo, no violencia y acciones performativas), han mostrado las luchas contra los efectos de la crisis. Dichas prácticas -desde una posición donde las demandas de la clase media se sitúan en el centro-, han sido asumidas como elementos que configuran el “buen manifestante”, una normalidad activista respetable que actúa como una especie de herramienta biopolítica capaz de reducir los marcos de lo posible y lo aceptable desde dentro de los propios movimientos y sus agentes. Esta comunicación parte de dos ejemplos etnográficos realizados en la ciudad de Lleida, uno centrado en la participación política de grupos activistas en el post-15M; y otro, centrado en las prácticas políticas de personas jóvenes de clases populares. Hemos podido constatar cómo la diferente ubicación de cada grupo social no se rige exclusivamente por la asunción o no de las actuaciones ciudadanistas, sino que aquellas subjetividades más radicalizadas, de clases populares, mujeres, de origen migrante, etc., suelen ser en ocasiones situados en posiciones más periféricas; censurando, anulando o marginalizando las demandas y actuaciones de grupos que no entran en el ideal respetable “clasemedialista-activista”.  

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