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Rapadas, violadas y olvidadas. Una propuesta desde la antropología del compromiso para visibilizar los castigos de género en la dictadura de Franco.

El 25 de marzo de 2017, en el curso de una investigación etnográfica sobre la memoria del hambre, por primera vez una informante utilizó la expresión "levantarse el mandil". Lo hizo para hacer referencia a las violaciones  sufridas por una parte de las mujeres más pobres de la localidad de Herencia en la dictadura del general Franco, pero sobre por aquellas que, por motivos de parentesco, se encontraban vinculadas con un pasado republicano. La palabra violación nunca apareció en sus relatos, porque hablar de violación hubiera implicado reconocer un delito y en consecuencia reconocer la existencia de un criminal y de una víctima. Por el contrario en este período historico, violar a una roja o a una pariente de rojo, no suponía ninguna transgresión. Con la finalidad de no convertirse en cómplice silenciosa, la investigadora fundó el Centro para la Investigación y la Memorisa de los crímenes de Género: Mujeres, Memoria y Justicia. La memoria victimal, directa o transgeneracional, interpeló e interfirió en un trabajo antropológico para no caer en el olvido. Fue así cómo el deber de memoria transformó el objetivo inicial de una investigación para hacer visible el derecho a la verdad. Un verdad que pertenece a una dimensión individual, pero que también posee una dimensión colectiva. Con una metodología antropológica que privilegia las historias de vida y las entrevistas, las víctimas nos ofrecen una realidad que sin ellas sería inaccesible. Una realidad que aporta conocimiento y verdad sobre unos crímenes que es preciso tematizar y difundir.

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