Los malestares emocionales son un motivo de consulta en Atención Primaria altamente prevalente, cuya respuesta suele ser la farmacolización. Así, el consumo de ansiolíticos aumentó un 57,4% en el periodo 2002-2012. Según la encuesta nacional de drogas, en 2107, un 11,1% de la población consume benzodiacepinas, siendo un 63,9% mujeres. En nuestro entorno, la prevalencia total es un 16,14%, el 69% mujeres. Constituimos un grupo de discusión con mujeres consumidoras de psicofármacos. Analizamos sus discursos des del punto de vista cualitativo, a través de los cuales, encontramos que, el rol social asociado tradicionalmente a las mujeres, mediado por las relaciones intrafamiliares, genera un efecto negativo en la autoestima, acumulando sufrimiento y produciendo dolor de vivir, el cual desencadenala crisis de la presencia, momento en qué se acude a la biomedicina como solución al conflicto, medicalizando los malestares, sin restitución de las reciprocidades y dejándolas en un espacio liminal que perpetua su dependencia del biopoder. Así, creemos que las enfermedades de género (las que responden a asignaciones culturales sobre los roles de las mujeres y prácticamente inexistentes en hombres) tienen su causa en las relaciones de subordinación y violencia derivadas de la práctica de los múltiples roles de género y los mandatos de la socialización genérica. La Biomedicina precisa un cambio de paradigma, incorporando la Antropología Médica e incluyendo los saberes de las personas, permitiendo reconstruir identidades y restituir la autoestima reparando la crisis de la presencia, lo cual conllevaría una disminución en los consumos de psicofármacos.

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