Ciudades vibrantes: la urbanización de temblores, calores y ruidos
En los últimos años, he tenido la oportunidad de estudiar algunos de los desafíos que temblores, calores y ruidos le plantean al urbanismo contemporáneo, en particular, el de cómo conocer y gobernar éstas y otras ondas mecánicas y electromagnéticas que se extienden por los materiales que componen una ciudad y que ponen en jaque modelos urbanos de habitabilidad. Cada diez o quince años un gran terremoto pone a prueba los modos cómo en Chile se construyen ciudades llevando a ajustes de los aparatos epistémicos y técnicos para asegurar la vida urbana. El ruido resultante de la coexistencia de máquinas y humanos en espacios urbanos se ha convertido en los últimos años en un nuevo objeto de gobierno europeo llevando a ciudades como Barcelona a implementar programas orientados a re-educar a sus ciudadanos. Las últimas olas de frío y calor han puesto en evidencia peligros hasta ahora insospechados para la flora y fauna de ciudades cómo Múnich donde actualmente se experimenta con los servicios ecológicos de distintas especies de árboles. Estos urbanismos ondulatorios tienen en común una preocupación con la microzonificación de sus efectos a escala de calles y esquinas particulares mediada por nuevos instrumentos de mapeo y conocimiento del espacio urbano. Se trata de un urbanismo topográfico, no topológico, donde las intervenciones apuntan a las relaciones de contigüidad entre objetos. En ese sentido, conlleva una exploración radicalmente abierta de las ontologías de los fenómenos ondulatorios donde prácticamente cualquier cosa deviene objeto potencial de intervención: mercados, árboles, humanos.
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