El creciente movimiento de jabalíes entre zonas de montaña y la periferia de Barcelona problematiza no sólo algunas categorías biológicas que imputamos a la especie porcina (salvaje vs. doméstico), sino también las "cualidades" que delimitan la ciudad (urbano vs. rural). Ese tránsito del jabalí entre distintos nichos ecológicos—que comporta la propia transformación de esos nichos— se manifiesta en por lo menos tres escalas antropogénicas: En un plano general,  el jabalí es una de las especies que prolifera debido al calentamiento global (Vetter et. al. 2015), y en ese sentido, no es tanto un "más que humano" como precisamente un proxy del impacto de algunos humanos o sociedades en el ecosistema terrestre (Malm & Hornborg 2014). A escala más local, los jabalíes son "invitados" a la ciudad, de manera pasiva, por la comida que encuentran en basuras, alimentación para mascotas, agua de los embalses, etc…. A nivel de relaciones observables entre sujetos, algunos vecinos colaboran en el "cuidado" del jabalí de manera activa (alimentándolos, acariciándolos), mientras que otros los rechazan abiertamente en tanto que animales "salvajes", "sucios" y "peligrosos". En esta presentación trazaré el movimiento del jabalí Barcelonés como una "proto-ecología" que está reconfigurando la ciudad, activando nuevas formas de agencia ecopolítica, y fragmentando la relacionalidad humanos-nohumanos en unidades inferiores a "la especie".

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