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La ciudad como espacio encarnado y educador en la memoria: Buenos Aires frente a la barbarie (1976-1983)

El liberalismo decimonónico hizo proliferar en las ciudades europeas monumentos civiles, estatuas, placas, inscripciones y otros signos conmemorativos u ornamentales que fueron instrumentos al servicio de las políticas de la memoria y la educación pública.La ciudad sudamericana de Buenos Aires nunca fue una excepción al modelo europeo: su singular y procelosa historia ha dejado huella profunda en buena parte de sus calles. Hace una década, se puso en marcha un relevante dispositivo de recuperación de la memoria histórica que, además de retomar los hasta entonces suspendidos juicios a militares y civiles encausados por crímenes de estado, ha dado nuevo aire al deseo expresado hace un siglo por Walter Benjamin de resituar la historia desde la perspectiva de los vencidos. Invirtiendo una de sus más conocidas ideas: no existe documento de barbarie que no pueda ni deba ser integrado como documento de cultura en el marco de una exposición permanente de la memoria de lo acontecido. Así, la propia capital argentina expone, cuida y multiplica con placas, señales, eventos y espacios para la memoria aquellos lugares, esquinas y nombres que fueron sinónimos de la barbarie.Con la mirada puesta en la educación y los cuerpos que encarnan la realidad urbana, nos proponemos examinar bajo una mirada crítica las huellas de la memoria patrimonial de la ciudad, heredera de un determinado pensamiento social, pedagógico e institucional que se mezcla con nuevos y más dinámicos modos colectivos de habitar los entornos, de enjuiciar el pasado, encarnar el presente y encarar el futuro.

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