AIBR http://www.aibr.org Registro AIBR, SSCI text/plain; charset=utf-8 TY - JOUR JO - ARIES, Anuario de Antropología Iberoamericana TI - El trickster de la Antropología VL - IS - 2024 PB - Asociación AIBR, Antropólogos Iberoamericanos en Red T2 - ARIES, Anuario de Antropología Iberoamericana PY - 2024 M1 - SN - 2530-7843 UR - https://aries.aibr.org/articulo/2024/03/6489/el-trickster-de-la-antropologia DO - doi: AU - Pedro Pitarch A2 - A3 - A4 - A5 - A6 - A7 - SP - LA - Esp DA - 03/12/2024 KW - Trickster AB - Spanish:

Propongo aquí una analogía entre la antropología como disciplina académica y la figura del trickster. En el folclore de buena parte del mundo, pero especialmente en la mitología  indígena americana, el trickster se caracteriza por ser una suerte de contrapersonaje. A diferencia de los personajes serios y fundadores del orden a los que a veces se enfrenta, la suya es una figura un tanto cómica y grotesca, generalmente un pequeño animal sin fuerza, cuya especialidad es jugar con el equívoco, la transformación, y en general desestabilizar el mundo. Sin embargo, gracias a esa condición, es capaz de inventar cosas nuevas que resultan útiles a los humanos. De modo parecido, en el escenario de las ciencias sociales y humanas, la antropología ha funcionado a lo largo de su historia como una «contradisciplina» dedicada a llevar la contraria a disciplinas «serias» como la filosofía, la ciencia política, la sociología, la psicología y demás. En mi opinión, las razones para esto no son tanto de método como de temas de estudio: poblaciones culturalmente distintas, marginales, sin poder. Ello hace que la antropología, como el trickster, sea, por su propia naturaleza, algo difícil de definir, en permanente transformación, dedicado a erosionar las distinciones convencionales, inventar ideas nuevas, y, con una inflexión humorística.

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Propongo aquí una analogía entre la antropología como disciplina académica y la figura del trickster. En el folclore de buena parte del mundo, pero especialmente en la mitología  indígena americana, el trickster se caracteriza por ser una suerte de contrapersonaje. A diferencia de los personajes serios y fundadores del orden a los que a veces se enfrenta, la suya es una figura un tanto cómica y grotesca, generalmente un pequeño animal sin fuerza, cuya especialidad es jugar con el equívoco, la transformación, y en general desestabilizar el mundo. Sin embargo, gracias a esa condición, es capaz de inventar cosas nuevas que resultan útiles a los humanos. De modo parecido, en el escenario de las ciencias sociales y humanas, la antropología ha funcionado a lo largo de su historia como una «contradisciplina» dedicada a llevar la contraria a disciplinas «serias» como la filosofía, la ciencia política, la sociología, la psicología y demás. En mi opinión, las razones para esto no son tanto de método como de temas de estudio: poblaciones culturalmente distintas, marginales, sin poder. Ello hace que la antropología, como el trickster, sea, por su propia naturaleza, algo difícil de definir, en permanente transformación, dedicado a erosionar las distinciones convencionales, inventar ideas nuevas, y, con una inflexión humorística.

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